En 2017 la excepcional pintora Nuria Barrera sorprendía a todos con su cartel anunciador de las Fiestas de Primavera, editado por el Ayuntamiento de Sevilla.
La artista presentaba una obra llena de simbolismo y cargada de amor por la ciudad y todas sus tradiciones.
Mostraba un ropero, como el de tantas casas sevillanas, exhibiendo con sus puertas abiertas de par en par lo atesorado durante todo el año: túnicas de nazareno, un cinturón de esparto, un antifaz de terciopelo, trajes y abalorios de flamenca, mantones bordados, un tambor de Tejera… y un sombrero rociero, un sombrero de ala ancha reposando sobre su emblemática caja azul con letras marrones, un sombrero de Antonio García.
Nadie era capaz de prever entonces que dicho cartel podría tener años después una lectura diferente. Miramos hoy ese armario no con la alegría de aquellos días, cuando esperábamos dichosos y despreocupados una nueva primavera festiva.
Ahora lo hacemos cargados de melancolía y añoranza, cansados por la espera, expectantes ante lo incierto, aunque igualmente ilusionados por revivir esa bendita promesa que encierra el cartel de Nuria Barrera, la de la inminente celebración de las fiestas mayores sevillanas a las que tan unidos nos sentimos en Sombreros Antonio García.
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